DUDARIO DEL INOCENTE DESCUBRIMIENTO DE LA INFAMIA INMORAL DE UNA PINGüINA ENAMORADA

Porque así pingüina no temo a levantar mi mano
y declararme señorita que se pierde en su sueño y se hace llamar hija de Dios.
Las lecciones se me salieron por el otro oído
y alcé mis hombros hinchándome de risa
hasta que tropecé y conocí el sabor del error,
del rabo entre las piernas
sin poder mirar de frente a mi familia.

Aprendí desde donde no debo ir.
Aprendí desde llevar un arañazo de vergüenza en la cara.
Aprendí desde la cicatriz del juego adelantado.
Del exacerbado consumo del propio veneno del aniquilamiento,
Desde los falsos cerebros y viles maestros que me hicieron conocer
los límites de mi temeridad y mi fuerza.
Ahora tengo una dualidad dubitativa.
Meditabunda, vagabunda en sus constantes trabajos por la integración.
Mi yin-yang no es inmóvil, cambia de sitio por su propia inseguridad.
No puede quedarse quieto. Es rebelde, anda sin correa, 
tiene la falda muy chiquita.
Rompe todas las incoherencias para sorprenderse del payaso que es.

Y ahora me encuentro tomando un carro que me llevará a ver a mi amor.
El día se hace noche y yo miro mi celular:  su foto y mi foto.
Nuestro anhelado encuentro.
De pronto recuerdo las palabras de mi madre en tono de advertencia (de sentencia)
"Tú puedes pensar eso, pero ellos no piensan así".
La saliva estruendosa de quien descubre que no sabía que parecía lo que no era.
Y nuevamente el martirio mental entre lo que es mejor
viene a ponerme la espada en la garganta.
¿Mi felicidad o la felicidad de los que “desean” mi felicidad?
Los diablos viejos, sabios que saben lo que es amar.
Posiblemente anhelando el cierre de un final feliz en segundas o terceras generaciones,
como resarcimiento de una historia marchitada.

Ay, yo solo sé que quiero verlo, bajar de este bus, y encontrarnos en un abrazo.
Yo solo sé que ando perdida, ando que me encuentro, y no sé  hasta donde he llegado,
ni en qué etapa de mi espiritualidad, de mi maduración en el fruto del amor,
o de mi sanidad total me encuentro.
Y a veces siento que mi estima se rebalsa mucho por todo lo que engloba mi no-yo.
Mi no-yo tiene más que mi yo-yo.
Y esto no es un juego, esto es algo serio.
(siempre me tomé el juego muy enserio)
Pucha, ¿así quién me va a creer?
Si hablo y las otras dos aún no han acabado su conversación.
Un clavo salido. Ni salido, ni entrado, es un clavo indefinido.
Brutalmente indefinido.
Emisor con cables fracasados… (¡qué esperas! ¡reaviva tu voz!
 - exclama el ángel de la conciencia)

En el fondo yo quiero estar tranquila,
que mis límites finalmente cierren la puerta despacio, de manera serena y tenaz.
Mi sitio, es el lugar que yo misma creo.
Mi asiento imaginario es la constancia de la certeza de mi corazón: estas letras.
Estas imperfectas letras que aprendieron desde la ausencia y la necesidad.
Desde el juego de la hibridez desorientada y el ofuscamiento impreciso
como el placebo del aire inventado
en circunstancias urgentes de asfixia
hasta que pase el tembloroso síntoma del suspenso vital.



POEMA: "DE TIN MARIN DE DO PINGUE"

  Stephany Calderón · POEMA "De Tin Marin De Do Pingüe"