Feeling del sueño y periodismo



Y aquí estoy otra vez esperando como un gato 
encima de la cama a punto de saltar.
A la espera de un disparo ajeno,
de un incendio a último minuto,
o el grito de una queja más
por la deficiente atención de salud 
que tiene mi país y mi región.

Mi poesía se sale del renglón, 
reconozco mis urgencias 
y mis pocas palabras que me dan vueltas
y me visten a otro poema 
que me escribe tan absortamente
y sin darme cuenta.

Hablo de mí, hablo de todos a quienes he leído,
hablo por quienes aún no saben quién soy. 
Hablo por quién seré 
quien desde ahora y aunque a paso de tortugas 
que juegan ajedrez, avanzo.
Todo sea por alcanzar un sueño inquebrantable. 
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https://www.facebook.com/MagaStarPoesia/ 

Espacio para volver

(Escrito hace un año)




En días como estos  que parecen domingos despiertos pero con ojos cerrados (abierto el corazón) se me hace muy cercano pensar y meditar sobre el sentido de las cosas y su existencia. Pregunta algo clásica la de ¿Para qué estamos acá? ¿Eres realmente feliz? ¿Qué te falta para hacerlo? ¿Qué quisieras ser de acá a 5 años? Un largo vértigo en cadena que quizás no quieres  ver, destapar, o darle espacio para que te descubra. Hacer las paces con él, reunirte otra vez con él, con tu niñ@ interior, con tu miedo, con tu otro lado, sea del color que sea, luzca como luzca, sienta como se quiera sentir. 

Mientras entras sin darte cuenta a “casa”, a tu casa original, la eterna. Algo se ilumina por un momento. Respiras. Miras a la derecha,  la izquierda, estás acá. Esta es tu vida. Y no hay  porque asustarse ni sentir nudos en el pecho. Hay un encanto detrás de él. (Aveces lo desconocido no es más que un camino de puerta diferente pero que llega a un mismo lugar) Reconoces tu ser.

Te das cuenta que los chistes son entonces una manera de darle sentido divertido a esa existencia. La poesía, explorar nuevas formas de expresión a través del lenguaje, adornar la existencia para entender mejor el alma. La música, una acompañante, a veces en mudo (silencio), que nunca sería un estorbo de fondo en las situaciones, sino sonrisa del oído, escena en blanco para dibujar historias con nuestras decisiones, la primera letra infaltable de una melodía en la que aprendes a bailar. El baile, creación de atmósfera ondulada y juego del cuerpo y espíritu de los ritmos con forma o sin forma (...)

¿Hace cuánto que no prendías tu propia luz? ¿Hace cuánto que no te extrañas? A veces hay que hacerle caso a esos “consejos de un conejo”. A veces debe importarte un pito si andas desnuda en tu casa, o si te columpias en los juegos para niños, o si comes  sin prudencia, o haces lo necesario sin solapar. Ser libre es despojarse las ropas de la vergüenza y de los ojos juiciosos, dar la cara a los tropezones. Ser naturales y libres, ser sinceros, originales. ¿Qué sería de este mundo si tuviéramos los mundos interiores en una melodía así? Vivir sería entonces una bella manera de ser conscientes de que nuestros latidos se conectan en un solo latir universal. Vivir sería estar en la sintonía del latido de la verdadera existencia.

LOS TERREMOTOS QUE LA ASALTABAN EN MADRUGADA (Crónica)


Esto ocurrió hace un mes aproximadamente. Fueron días de misterio y sensaciones extrañas. Algo no tan extraño para mí… pero extraño a la vez. ¿Cómo explicarlo? Se supone que la noche o el descanso nocturno acaban cuando despiertas (¡Vaya descubrimiento!). Al menos eso pasa mientras no seas noctámbulo, o porque tienes cólicos menstruales, o porque sigues pensando en tu ex, o porque vayas a tonos góticos, Vichama o esos lugares en los que así no seas un hipster, vas porque está muy de moda en el Facebook ¡Qué sé yo! Lo que quiero decir, es que en mi caso eso del fin del sueño es diferente. Y esto tiene que ver con varios factores, pero en esta ocasión nos dedicaremos hablar solo de uno. Ese “uno” que literalmente me ha quitado el sueño por casi una semana. Mientras dormía pasaba lo siguiente:

Cuando el reloj marcaba las 4:30 a.m. aparecían los “terremotos”. Una simulación de una sacudida de un terremoto de unos 8 o 9 grados en la escala de Richter por segundos. Una onda brusca que hasta ahora no he podido descartar si fue interior o exterior de mi cuerpo. En realidad, he descartado que sea exterior, y eso lo supe por la corroboración de “la realidad” que hice a través de Twitter y los demás accesos de información del ciberespacio, antes de no poder seguir durmiendo por largos minutos.

El primer día, el 18 de marzo, cuando un usuario en Twitter me preguntó sobre mi alarmante mensaje de “Lima tiembla en el barro. Señor no aplaques tu ira”. No sabía con qué justificación responder a su interrogante, porque indagué e indagué pero los detalles de esa locura sísmica  no los encontraban, ¡no los encontraba! ¡Por Dios! no sabía lo que en realidad hace instantes había sentido. No había rastros sobre su veracidad. Empecé a preocuparme...  Después de casi una hora de pensar sobre esa sensación que asaltó mi sueño para aturdirlo no pudo superar mi propio cansancio natural, y casi sin notarlo, me desvanecí en la almohada y dormí.

Al día siguiente tuve que borrar la publicación que había escrito pues reconfirmé que aquel fuerte remezón nunca había ocurrido. Esa noche volví a dormir. De pronto 4:26 a.m. la supuesta habitación convulsionaba otra vez con sus ondas de terror. “Mamá, mamá”- juraba para mí misma que esta vez era real. Mi mamá, no se despertó. Luego, en silencio, entendiendo con madurez lo evidente de esa locura de la cual no tenía control alguno, dejé que el zombie y alarmado futuro haga el resto.

“Hoy sería el tercer día de esta catástrofe y tengo miedo a que llegue las 4:30 de la mañana. No sé cómo reaccionará mi corazón ante el terremoto inentendible de las señales de las que aun no comprendo, y espero el para qué de su existencia”, eso escribí el tercer día.

Al día siguiente de ese día, ese sentimiento de pesadilla repetida que hasta el momento me había hecho pararme de la cama asustada, abrir la puerta y gritar para ver si mi mamá se levantaba, y sacar a mis perros que duermen conmigo para salvarlos de la catástrofe que se avecinaba, volvió a aparecer.

“¿Podré superar las señales que me intentan decir algo manera una y otra vez?”- seguía con mis interrogantes- A ver qué está pasando”- me dije. “Mi mente no está tan loca para… a menos que… ¿Qué me quiere decir mi inconsciente?”. Una avalancha de pensamientos se mezclaba con el latido desesperado de mi corazón, y el rebotante pulso en mi aorta, y el frío sudor de mis pies y mis manos, y mis ojos aturdidos y espantados.

“Van cuatro noches que siento lo mismo desde que…. –ahí apreció la lucidez- Aquel sábado perdí mi mochila azul. Es decir, mi libreta de apuntes poéticos, mi ropa con las zapatillas prestadas de mamá, mis llaves –incluida la de la bicicleta- mi billetera con más de 200 soles, mi misma mochila espaciosa y azul, y otras chucherías importantes, como el maquillaje que ya se me estaba acabando”. Todo eso que significaba mucho para mí, y que me arrepentía en botar en su momento.

Desde que comprendí ese hilo conductor, no le hice menos caso al terremoto. Sabía que iba a venir pero no le daba importancia. Hasta a veces, no sé cómo, hacía una especie de juegos mentales en mí inconsciente para que con toda la fuerza de voluntad posible ese sentimiento de hecatombe que retumbaba como un vértigo que me eriza al punto de hacerme saltar de la cama, me deje de molestar. Sin embargo, una intuición muy profunda me decía que podía sentirme más aliviada.

Entre oraciones de fervor a Dios, consejos, y de tanto compartir ese remordimiento con amigos y familiares, parece que ese tormento se espantó. En mi hipotético pensar de soluciones alternas o reales, mi batallón de gente con su aura, su vibra y ofrenda me protegían contra él. Debe ser Dios, debe ser mi inconciente, alguna Gestalt que se abrió, quizás por lo que ocurrió con mi mochila. Hecho que no es sino hasta hoy que “públicamente” lo comparto. Lo único que sé es que luego de esa semana, ya no me molestó más. Y el aprendizaje que no veía o reconocía de toda esa vorágine me encontró, lo solté, probablemente sin darme cuenta pero consiente.



((Escrito hace 1 año))

Ese viernes parecía sábado
¿Qué día es hoy? 
¿Quién me acompaña el sábado? ¿Quién es capaz 
de congelar el domingo
por untiempitonomas?

o por 100 años?

Las tildes saben de mi exsituación 
electrónica no-complementariamente-bilingüe.

Ahora me convertiré en sueño y 
al despertar no sabré si soy mariposa, 
o Maga Star, o Chuang Tzu.

POEMA: "DE TIN MARIN DE DO PINGUE"

  Stephany Calderón · POEMA "De Tin Marin De Do Pingüe"