Tommy, historia de un escultor al que sus lágrimas le regalaban la creación de su nueva obra


Tommy era un humilde obrero, aunque renegón,
Hacía las cosas con mucho empeño y corazón.
Instantes antes de que acabara la escultura en la que trabajaba
Sebastián, hijo del patrón, venía a destrozar la obra del arte que amaba.
Indiferente a las bofetadas de sus actos,
Sabía que su increíble ingenio llegaba hasta lo más alto.
Algo que en el fondo admiraba.
Reía con tono de burla y planeaba
Estrategias para estropear este nuevo trabajo que hacía.
Al escuchar los pasos del patrón, el obrero saltaba y daba retoques con gracia a
Las tareas asignadas, entre ellas la hermosa escultura, ahora hecha añicos por las manos de Sebastían.
Sin escuchar explicaciones o disculpas, este hombre culpaba a Tommy mientras sus lágrimas caían.
Tardó en reaccionar, y con su llanto y sus argumentos, huyó por el desastre que se le había atribuido.
Otra vez, el patrón castigó al buen obrero mientras su hijo erguido
Reía a carcajadas por el humillante acto de injusticia y amargura.
Y mientras las lágrimas de Tommy caían iban formando la silueta de su próxima escultura.

Accidente con gracia a chocolate

La semana pasada, una mala maniobra hizo que mi bicicleta chocara -felizmente- a penas con el costado de un taxi que también cruzaba la vía Expresa cuando el sol aún acaloraba desde el cielo de Lima.

Después de caer con mi bicicleta, recoger mis gafas y mi alma del susto, ver y escuchar las voces de la gente que empezaban a hacer el círculo en medio de una de las más importantes vías de la ciudad, pero sobretodo, luego de bajar la mirada hacia mi pierna, comprendí que lo que había ocurrido segundos antes, era considerable; aprobado para llamarse "accidente".

Lentamente mientras trataba de defender mis argumento y conservar la calma, lloré. No sé quién me dijo "Llora, llora... Si quieres llorar, llora". Baje la mirada y vi mi pantalón rasgado al estilo moderno pero el estilo improvisado no se trataba de moda sino de una herida sangrante que apareció en mi rodilla y ardía.

El taxista colocó la bicicleta en la parte trasera de su auto y me llevó a mi trabajo, que quedaba a solo una cuadra de lo ocurrido. Ahí, el conductor quien tenía un botiquín, me colocó unos líquidos médicos, mientras secaba mis lágrimas para hablarle a los señores de seguridad de mi centro de trabajo con el fin de que se comunicarán con la gente de mi trabajo y no piensen que se trataba de una tardanza muy faltosa. Luego de que mis lágrimas maduraran en la responsabilidad de pensar si mi seguro cubría alguna gaza o agua oxigenada para mi rodilla, fuimos a una clinica cercana. Cuando el doctor me dijo que no podía hacer ejercicio una semana, mi corazón marchitó su sonrisa. Pero en todo este recorrido de sangre, llanto, y rebobinar de lo sucedido, el taxista estaba ahí. Afuera esperando, cumpliendo responsablemente con parte de la caída. Sentí aprecio por él y agradecí que fuera solidario conmigo. Y él también estaba agradecido por no haber hecho más escándalo de lo que era posible. Irónicamente, cuando volví a pasar por el mismo lugar para regresar a casa a descansar con una venda en la rodilla, había casi siete policías.

A ojos cerrados confié en que el señor taxista, coprotagonista del hecho llevara mi bicileta a mi casa, y lo hizo. Y no solo eso, al día siguiente, me esperó afuera de mi casa, luego de haber coordinado el acuerdo previamente, para llevarme a mi trabajo. Y no solo eso, me regaló hasta chocolates. -Sí lo sé parecía que intentaba otra cosa, pero mi presentimiento femenimo comprendió la situación desde su zapatos y coloqué límites para que no los sobrepasara por siacaso-

En el camino a mi trabajo, conversamos acerca de lo gracioso que ahora resultaba lo de ayer. Disculpas mutuas, buenos deseos, preguntas clásicas de quién eres y para qué eres bueno, mientras me fijaba de los adornos de su auto. Había buen ánimo en el ambiente. Antes de bajar le propuse tomarnos un selfie como recuerdo. Y aunque no sonrió mucho (ver foto) sé que siguió su camino más tranquilo, y su alma recobraba la alegria como un niño que se cura los raspones comiendo chocolates.




Déjame que te cuente


... El mundo que ven mis ojos 😊

Grabado en el 2012.

Mención honrosa Poeta Joven del Perú 2017!!!!

¡Hoy amo a todo el mundo! Con la obtención de una mención honrosa en el Poeta Joven del Perú, sé que esto es más que un "vale la pena". Es un impulso para seguir escribiendo, seguir soñando, seguir diciendo que sí es posible estar tan loco como para volver tus sueños realidad.

Gracias nuevamente a quienes me han apoyado siempre: Dios y mi madre. Están en mi corazón tatuados forever.






















Y gracias Universidad Bausate y Meza por la notita! :)

http://www.bausate.edu.pe/inicio/noticias/noticias_det.php?Itemid=1853 



Resucitación de la sonrisa


Sola la batalla
cantaré con mi alma
cada himno
por cada vida
por las cortas palabras que hablan
detrás del mar de cada viento.

Ya salí pero algo mío sigue atascado
en el plexo solar de mi secreto.
Un color que no se destiñe con el tiempo.
Un color que agujerea, que inmuta, que huye.

Ayer baile por la vida, por ser mujer y haber amado.
Por las lecciones de los capítulos de la novela
en la que me sobrepase en la ofrenda de mi poder
por mucho haber amado.

Columpio sin manos que lo empujen,
historias repetidas de mentiras
que carcomieron mi sonrisa.
Aprendo desde lo que jamás debo hacer:

Jamás tratarme como experimento
jamás perdida las noches perdidas
jamás ser la protagonista de una película
blanca y negra, e improvisada.
jamás pensar que los ojos del momento
merecen todo lo que habita en mi corazón.
Jamás jugar a probar.... diciendo que no llegaré a la montaña.

Hablo sin alfombra
con ansiedad, con ausencia
con lágrimas de fe.
Hablo desde el florecimiento
de la rosa con espinas.
De las espinas que se irán reduciendo
hasta desaparecer por las pruebas del cielo.
Hablo de la promesa de un horizonte con sonrisa
infinita.








Perú: La pelota aún puede tocar el suelo

Sinceramente no consumo mucho fútbol, ni sé los nombres de todos los jugadores, ni de todos los equipos del mundo pero cuando juega Perú, así no gané, lo aliento. Nunca antes había visto tanta expectativa y tanta euforia, ansias, nervios, anhelos por ver al Perú ganar y llegar al mundial Rusia 2018. 

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El último partido que jugó Perú contra Argentina fue un uuuffffff, un puuuuuu, un asuumaaaa, un uyyyyy, por poquito. Más allá de cómo técnicamente jugaron los equipos de Perú o Argentina (personalmente sentí que se defendieron pero les falto atacar =meter gol) esta situación me hizo acordar a una frase de uno de los poemas más conocidos del poeta, periodista y dramaturgo británico Dylan Thomas, que dice: “La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo”.

Un cero a cero, un poquito de suspenso, una intriga angustiante, un stand by de un desenlace que definirá un hecho histórico. Un misterio que se puede construir, un espacio de recarga, un respiro para retomar el impulso de sacar la garra que sé que tiene el equipo peruano. Aún la pelota puede tocar tocar el suelo. 



#VamosPerú #ContigoPerú #SiSePuede 
#MagaStarPoesía

POEMA: "DE TIN MARIN DE DO PINGUE"

  Stephany Calderón · POEMA "De Tin Marin De Do Pingüe"