Entre el tráfico de la ciudad, la confusión de no saber a dónde ir, de no entender. Sorprendido y admirado por la novedad del movimiento, y los sentidos intuitivos; posiblemente así se sienta este perrito escondido en el capote de la camioneta blanca repleta de bicicletas y artefactos que lo acompañan (y lo ocultan).
Pero este posiblemente también seamos nosotros. Tratando de
husmear el mundo del otro, abrumados por cosas que no necesitamos,
distracciones que nos jalan el ojo y el oído, arrastrados hacia una realidad
prestada. Asegurando la cara, el comportamiento ante la primera impresión o
quizás la última. Queriendo pasar desapercibidos y a la vez no. Moviendo la
cola aunque lloremos. O riendo para sí aunque observemos quietos el semáforo.
Ese perro quizás tenga un solo viaje. Un solo viaje: (Vive el momento).
Una de las cosas que nos diferencian con este perrito, en
este sentido, es que él no repite los viajes en su cabeza. No le agrega
películas al campo de su presencia. No lleva memorias y nostalgias feeling
adentro de sus pupilas mientras todo sucede. Ningún otro viaje lo
interrumpe. Quizás a él no le agarran
desprevenido esos 'otros viajes' que son difíciles de olvidar.
Quizás podríamos intentar vivir un sólo viaje a la vez.