(Escrito hace un año)
En días como estos que parecen domingos despiertos pero con ojos cerrados (abierto el corazón) se me hace muy cercano pensar y meditar sobre el sentido de las cosas y su existencia. Pregunta algo clásica la de ¿Para qué estamos acá? ¿Eres realmente feliz? ¿Qué te falta para hacerlo? ¿Qué quisieras ser de acá a 5 años? Un largo vértigo en cadena que quizás no quieres ver, destapar, o darle espacio para que te descubra. Hacer las paces con él, reunirte otra vez con él, con tu niñ@ interior, con tu miedo, con tu otro lado, sea del color que sea, luzca como luzca, sienta como se quiera sentir.
Mientras entras sin darte cuenta a “casa”, a tu casa original, la eterna. Algo se ilumina por un momento. Respiras. Miras a la derecha, la izquierda, estás acá. Esta es tu vida. Y no hay porque asustarse ni sentir nudos en el pecho. Hay un encanto detrás de él. (Aveces lo desconocido no es más que un camino de puerta diferente pero que llega a un mismo lugar) Reconoces tu ser.
Te das cuenta que los chistes son entonces una manera de darle sentido divertido a esa existencia. La poesía, explorar nuevas formas de expresión a través del lenguaje, adornar la existencia para entender mejor el alma. La música, una acompañante, a veces en mudo (silencio), que nunca sería un estorbo de fondo en las situaciones, sino sonrisa del oído, escena en blanco para dibujar historias con nuestras decisiones, la primera letra infaltable de una melodía en la que aprendes a bailar. El baile, creación de atmósfera ondulada y juego del cuerpo y espíritu de los ritmos con forma o sin forma (...)
¿Hace cuánto que no prendías tu propia luz? ¿Hace cuánto que no te extrañas? A veces hay que hacerle caso a esos “consejos de un conejo”. A veces debe importarte un pito si andas desnuda en tu casa, o si te columpias en los juegos para niños, o si comes sin prudencia, o haces lo necesario sin solapar. Ser libre es despojarse las ropas de la vergüenza y de los ojos juiciosos, dar la cara a los tropezones. Ser naturales y libres, ser sinceros, originales. ¿Qué sería de este mundo si tuviéramos los mundos interiores en una melodía así? Vivir sería entonces una bella manera de ser conscientes de que nuestros latidos se conectan en un solo latir universal. Vivir sería estar en la sintonía del latido de la verdadera existencia.
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