El árbol chueco y su semilla
Había cavado hondo y profundo una semilla muy muy pequeña. Apenas perceptible, que se confundía con las piedritas que se deslizaban sobre la tierra húmeda. Sobre el árbol chueco, donde estaba el hueco, llovía a mares y seguido. El árbol vivía aislado de su bosque porque su condición torcida desaliñaba el panorama del frondoso bosque verde. Solo había oscuridad a su alrededor, por lo cual la gente temía acercarse.
Días hacía que llovía e inundaba el orificio donde la semilla no podía germinar. Así pasaron tres años, y el árbol que ya empezaba a desanimarse de su desafortunada situación, recibió una visita esperada e inesperada a la vez, lo que en todo ese diluvio de tiempo no pudo ver, ni palpar. Había regresado el sol.
-¡Sol, has vuelto! – dijo el árbol- Pensé que nunca ibas a regresar. ¿Dónde estabas? Te he extrañado tanto. ¡Mírame! Puse una semilla debajo de mí y ahora no germinará.
-El sol dijo: Estuve esperando este momento yo también. Sé que soñaste conmigo, y me habías pedido con todo tu corazón que regresara, que tus hojas ya se iban a marchitar. Pero decidí ver hasta dónde eras capaz de llevar tu fuerza de seguir viviendo. Y si bien aún lo puedes estar, me necesitabas para no seguir agonizando de tristeza y de frío.
-¡Gracias, mi sol!- dijo agradecido el árbol- Eres grande, eres poderoso y tu amor no se compara con nada.
-Te concederé algo que al pincipio no lo creeras. Alteraré el ciclo de la naturaleza y el tiempo en cuestión de lo que dura en aparecer la Luna. Lo inexplicable se despertará. Lo que estaba muerto, renacerá. La oscuridad que te rodea desaparecerá, y pondré colores en tu nombre.
Al escuchar esto el árbol sorprendido solo calló, y con su silencio vino el atardecer.
Por haber estado tan cansado de agradecerle todo el día al sol, el árbol se quedó dormido.
A la mañana siguiente, vio algo que lo dejó estupefacto. La semilla empezaba a germinar, y encima de ella, una bella flor amarilla como sol, apareció e iluminó con resplandor el corazón del bosque.
Pájara duerme
Siento que he sufrido suficiente que ya no puedo ir más abajo. He vuelto a tocar fondo. Voy de arriba a bajo y no estoy en ningún lado. S...

-
La ropa de la mala suerte El desierto no tiene fin Mi respiración dormida canta murciélagos que quieren irse al cielo pero se ...
-
*Artículo periodístico sobre el polémico debate del uso medicinal de la marihuana en el Perú. Una célula que aparecía y que era cambia...
-
Te entregué mi corazón para que aprendamos a amar. Pero nuestras locuras se asustaron y el amor se fue espantado a un lugar que...