domingo, 28 de mayo de 2017

El escritor de las ensoñadoras historias de Tonderville


Las peticiones y urgencias de un joven soñador
eran casi tan sagrados como el de una niña
en el pueblo de Tonderville.

Rimaba amor y dolor, bella y estrella.
Soldaba con premura disculpas anticipadas por las descaradas
y jocosas historias que regalaba a los oídos vírgenes de fantasía
de las sirvientas.

Los grandes huecos incómodos del drama de su soledad fueron subsanados
por los visitantes curiosos que querían escuchar más.
El joven seguía escribiendo con clarividencia del riesgo
de dar su siguiente paso.
Se ponía su sombrero y traje espléndido y salía con ilusión a la calle a encontrarse
con sus próximos espectadores que lo esperaban con afán.

Su padre nunca lo había alentado en este arte
pero el muchacho siguió escribiendo.
Pasaron horas, días, semanas, meses.
A los 23 años de pura entrega y encierro
regaló sus primeros cuentos
a los vecinos de su pueblo.

A los 30 ya era conocido
como el escritor de las ensoñadoras historias de Tonderville,
y llenaba de magia e ilusión el día del carpintero
que trabajaba con espero
y también el del gobernador.


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jueves, 25 de mayo de 2017

La voz rescatada tras contundente almuerzo

La SATISFACCIÓN de un
estómago exigente.
PENSAR por todos los mundos
una vida con sabor AGRIDULCE.
NO corten, No interrumpan
el DESCUBRIMIENTO exaltado
urgente del alma
llegada al bucle
de las órdenes de la
e s t u p i d e z
Y por qué no
arrancar tu voz, sacarle BRILLO
colocártela y CANTAR tus justicias
hasta volvernos SORDOS.

domingo, 23 de abril de 2017

Feeling del sueño y periodismo



Y aquí estoy otra vez esperando como un gato 
encima de la cama a punto de saltar.
A la espera de un disparo ajeno,
de un incendio a último minuto,
o el grito de una queja más
por la deficiente atención de salud 
que tiene mi país y mi región.

Mi poesía se sale del renglón, 
reconozco mis urgencias 
y mis pocas palabras que me dan vueltas
y me visten a otro poema 
que me escribe tan absortamente
y sin darme cuenta.

Hablo de mí, hablo de todos a quienes he leído,
hablo por quienes aún no saben quién soy. 
Hablo por quién seré 
quien desde ahora y aunque a paso de tortugas 
que juegan ajedrez, avanzo.
Todo sea por alcanzar un sueño inquebrantable. 
.
.
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miércoles, 19 de abril de 2017

Hacer que los chanchos vuelen


De eso se trata. De hacer que los chanchos vuelen. 
¡Estamos aquí para cumplir nuestros sueños!

lunes, 17 de abril de 2017

Espacio para volver

(Escrito hace un año)




En días como estos  que parecen domingos despiertos pero con ojos cerrados (abierto el corazón) se me hace muy cercano pensar y meditar sobre el sentido de las cosas y su existencia. Pregunta algo clásica la de ¿Para qué estamos acá? ¿Eres realmente feliz? ¿Qué te falta para hacerlo? ¿Qué quisieras ser de acá a 5 años? Un largo vértigo en cadena que quizás no quieres  ver, destapar, o darle espacio para que te descubra. Hacer las paces con él, reunirte otra vez con él, con tu niñ@ interior, con tu miedo, con tu otro lado, sea del color que sea, luzca como luzca, sienta como se quiera sentir. 

Mientras entras sin darte cuenta a “casa”, a tu casa original, la eterna. Algo se ilumina por un momento. Respiras. Miras a la derecha,  la izquierda, estás acá. Esta es tu vida. Y no hay  porque asustarse ni sentir nudos en el pecho. Hay un encanto detrás de él. (Aveces lo desconocido no es más que un camino de puerta diferente pero que llega a un mismo lugar) Reconoces tu ser.

Te das cuenta que los chistes son entonces una manera de darle sentido divertido a esa existencia. La poesía, explorar nuevas formas de expresión a través del lenguaje, adornar la existencia para entender mejor el alma. La música, una acompañante, a veces en mudo (silencio), que nunca sería un estorbo de fondo en las situaciones, sino sonrisa del oído, escena en blanco para dibujar historias con nuestras decisiones, la primera letra infaltable de una melodía en la que aprendes a bailar. El baile, creación de atmósfera ondulada y juego del cuerpo y espíritu de los ritmos con forma o sin forma (...)

¿Hace cuánto que no prendías tu propia luz? ¿Hace cuánto que no te extrañas? A veces hay que hacerle caso a esos “consejos de un conejo”. A veces debe importarte un pito si andas desnuda en tu casa, o si te columpias en los juegos para niños, o si comes  sin prudencia, o haces lo necesario sin solapar. Ser libre es despojarse las ropas de la vergüenza y de los ojos juiciosos, dar la cara a los tropezones. Ser naturales y libres, ser sinceros, originales. ¿Qué sería de este mundo si tuviéramos los mundos interiores en una melodía así? Vivir sería entonces una bella manera de ser conscientes de que nuestros latidos se conectan en un solo latir universal. Vivir sería estar en la sintonía del latido de la verdadera existencia.

viernes, 14 de abril de 2017

LOS TERREMOTOS QUE LA ASALTABAN EN MADRUGADA (Crónica)


Esto ocurrió hace un mes aproximadamente. Fueron días de misterio y sensaciones extrañas. Algo no tan extraño para mí… pero extraño a la vez. ¿Cómo explicarlo? Se supone que la noche o el descanso nocturno acaban cuando despiertas (¡Vaya descubrimiento!). Al menos eso pasa mientras no seas noctámbulo, o porque tienes cólicos menstruales, o porque sigues pensando en tu ex, o porque vayas a tonos góticos, Vichama o esos lugares en los que así no seas un hipster, vas porque está muy de moda en el Facebook ¡Qué sé yo! Lo que quiero decir, es que en mi caso eso del fin del sueño es diferente. Y esto tiene que ver con varios factores, pero en esta ocasión nos dedicaremos hablar solo de uno. Ese “uno” que literalmente me ha quitado el sueño por casi una semana. Mientras dormía pasaba lo siguiente:

Cuando el reloj marcaba las 4:30 a.m. aparecían los “terremotos”. Una simulación de una sacudida de un terremoto de unos 8 o 9 grados en la escala de Richter por segundos. Una onda brusca que hasta ahora no he podido descartar si fue interior o exterior de mi cuerpo. En realidad, he descartado que sea exterior, y eso lo supe por la corroboración de “la realidad” que hice a través de Twitter y los demás accesos de información del ciberespacio, antes de no poder seguir durmiendo por largos minutos.

El primer día, el 18 de marzo, cuando un usuario en Twitter me preguntó sobre mi alarmante mensaje de “Lima tiembla en el barro. Señor no aplaques tu ira”. No sabía con qué justificación responder a su interrogante, porque indagué e indagué pero los detalles de esa locura sísmica  no los encontraban, ¡no los encontraba! ¡Por Dios! no sabía lo que en realidad hace instantes había sentido. No había rastros sobre su veracidad. Empecé a preocuparme...  Después de casi una hora de pensar sobre esa sensación que asaltó mi sueño para aturdirlo no pudo superar mi propio cansancio natural, y casi sin notarlo, me desvanecí en la almohada y dormí.

Al día siguiente tuve que borrar la publicación que había escrito pues reconfirmé que aquel fuerte remezón nunca había ocurrido. Esa noche volví a dormir. De pronto 4:26 a.m. la supuesta habitación convulsionaba otra vez con sus ondas de terror. “Mamá, mamá”- juraba para mí misma que esta vez era real. Mi mamá, no se despertó. Luego, en silencio, entendiendo con madurez lo evidente de esa locura de la cual no tenía control alguno, dejé que el zombie y alarmado futuro haga el resto.

“Hoy sería el tercer día de esta catástrofe y tengo miedo a que llegue las 4:30 de la mañana. No sé cómo reaccionará mi corazón ante el terremoto inentendible de las señales de las que aun no comprendo, y espero el para qué de su existencia”, eso escribí el tercer día.

Al día siguiente de ese día, ese sentimiento de pesadilla repetida que hasta el momento me había hecho pararme de la cama asustada, abrir la puerta y gritar para ver si mi mamá se levantaba, y sacar a mis perros que duermen conmigo para salvarlos de la catástrofe que se avecinaba, volvió a aparecer.

“¿Podré superar las señales que me intentan decir algo manera una y otra vez?”- seguía con mis interrogantes- A ver qué está pasando”- me dije. “Mi mente no está tan loca para… a menos que… ¿Qué me quiere decir mi inconsciente?”. Una avalancha de pensamientos se mezclaba con el latido desesperado de mi corazón, y el rebotante pulso en mi aorta, y el frío sudor de mis pies y mis manos, y mis ojos aturdidos y espantados.

“Van cuatro noches que siento lo mismo desde que…. –ahí apreció la lucidez- Aquel sábado perdí mi mochila azul. Es decir, mi libreta de apuntes poéticos, mi ropa con las zapatillas prestadas de mamá, mis llaves –incluida la de la bicicleta- mi billetera con más de 200 soles, mi misma mochila espaciosa y azul, y otras chucherías importantes, como el maquillaje que ya se me estaba acabando”. Todo eso que significaba mucho para mí, y que me arrepentía en botar en su momento.

Desde que comprendí ese hilo conductor, no le hice menos caso al terremoto. Sabía que iba a venir pero no le daba importancia. Hasta a veces, no sé cómo, hacía una especie de juegos mentales en mí inconsciente para que con toda la fuerza de voluntad posible ese sentimiento de hecatombe que retumbaba como un vértigo que me eriza al punto de hacerme saltar de la cama, me deje de molestar. Sin embargo, una intuición muy profunda me decía que podía sentirme más aliviada.

Entre oraciones de fervor a Dios, consejos, y de tanto compartir ese remordimiento con amigos y familiares, parece que ese tormento se espantó. En mi hipotético pensar de soluciones alternas o reales, mi batallón de gente con su aura, su vibra y ofrenda me protegían contra él. Debe ser Dios, debe ser mi inconciente, alguna Gestalt que se abrió, quizás por lo que ocurrió con mi mochila. Hecho que no es sino hasta hoy que “públicamente” lo comparto. Lo único que sé es que luego de esa semana, ya no me molestó más. Y el aprendizaje que no veía o reconocía de toda esa vorágine me encontró, lo solté, probablemente sin darme cuenta pero consiente.



((Escrito hace 1 año))

Ese viernes parecía sábado
¿Qué día es hoy? 
¿Quién me acompaña el sábado? ¿Quién es capaz 
de congelar el domingo
por untiempitonomas?

o por 100 años?

Las tildes saben de mi exsituación 
electrónica no-complementariamente-bilingüe.

Ahora me convertiré en sueño y 
al despertar no sabré si soy mariposa, 
o Maga Star, o Chuang Tzu.

domingo, 26 de marzo de 2017

Poema "Mal carácter"


La ropa de la mala suerte
El desierto no tiene fin
Mi respiración dormida
canta murciélagos que
quieren irse al cielo
pero se aferran a su oscura
esencia oscura. 

El aire terco me profetiza que 
no tendré cura a menos que
me vuelva nube blanda
a menos que
quiera no estafar a la vida
diciéndole que quiero 
otra oportunidad completa 
y completamente nueva
entregada a la convicción
del corazón resucitado.

Empiezo a sentir la pesadilla
dentro de un sueño,
dentro de otra pesadilla
de todo un sueño mayor.
Aparece un doble nudo en la garganta
con ganas de hacer cosas imposibles.

Mis ojos se divierten entre el fuego y el miedo
y no avisa que va a estropear el carácter.
Mi cuerpo se duerme 
y no me avisan que va a romper los planes
con su paso de demonio de Tazmania. 

Se rompió el plato de la paciencia
y recojo sus pedazos,
Haciendo una especie de capoeira 
anestesiada en honor a una feroz injusticia.
Dientes chirrían mientras estalla el volcán
en mi rostro
oculto con nombres repetidos
la estrategia vieja y oscura 
de los infortunios.

Los dados del mal y el bien
juegan, y me invitan a jugar también.
Pero yo nula de recapacitación
dejo fermentar la furia
sin desear expandir la chispa maldita
sino dejando en claro la señal del malestar
que ahora se anuncia.

Pronuncio las palabras de integración
pero el fuego desintegra.
Camino de huida y me sentencian por mi mal carácter.
Regresa el ciclo de la mala pena,
donde puede ser la furia o la tristeza primero
No multiplico las veces, pero sé 
que me resta oportunidad.

Yo he sabido que mis adivinanzas tienen buen corazón
pero ciegos son mis sentidos cuando 
el inconciente de total vibración pasional de venganza
detiene mi puente hacia el amor 
y sella el rechazo que elimina el siguiente paso 
con los lazos anhelados de confianza 
y eso que todos esperan llamado aprobación. 

jueves, 16 de marzo de 2017

El sudor de la protesta

Fotografía: El Comercio


Es inevitable no sentirme movida e indignada por todo lo que está pasando en nuestro país. Innumerables huaicos, la falta de agua, la acostumbrada ineficiencia de las autoridades para ayudar a tiempo no solamente a los damnificados al norte del país, o ahora en Lima, sino también a prevenir que desastres, naturales o no, sigan azotando la vida de gente que de un momento a otro, lo han perdido todo.

Como periodista, informo, alerto y comparto noticias o informaciones con el fin de que el gobierno o las entidades del Estado, o instituciones que correspondan tomen acciones ante el pedido colectivo. Desde el testimonio de la boca de la misma gente de todo el Perú (sobre todo los que no son escuchados) y que llaman a la radio donde trabajo, también doy a conocer lo más verazmente posible ESA realidad INVISIBLE y que necesita ayuda. En esos momentos, mi personaje poético, se vuelve recio y se predispone a la solidaridad humana. Pero no puedo evitar conmoverme ante escenarios tan drásticos. Hasta en más de una ocasión se me ha escarapelado el cuerpo, y casi he llorado al conocer o escuchar historias tan desgarradoras. Por eso el oficio de comunicadora, me ha enseñado de alguna manera, a ser fuerte.

Desde la poesía, hace un tiempo, escribí este poema que a mi juicio, resumía un pedacito muy subjetivo de cómo veía y sentía toda es furia y desesperación que mucha gente en el Perú está pasando, como un virus incontrolable que se propaga y no sabes si llorar o abrazar lo que se pueda para salvarlo. No lo llegué a compartir en su debido momento y creo que AHORA es el tiempo adecuado a hacerlo. Se llama....

El sudor de la protesta

El sudor cae por la piel de la gente
Lima y todo el Perú está en conmoción
No hay agua en los distritos,
hay huaicos por todos sitios
y no hay compasión.

Por un lado, el agua abunda y desborda ríos y playas
y se lleva las casas, hoteles antiguos, carreteras,
recintos patrimonios de la memoria de algún migrante.
Por otro lado, la misma agua se limita y se corta
y no hay tranquilizante
en los hogares de la capital.

De los lavaderos ya no sale agua,
el recuerdo de la falta del líquido elemento regresa
como la angustia en la garganta del cuerpo sudoroso
como el caño atorado sin uso y sin función
en una tarde de verano
el sol derrite la paciencia de los pasajeros.
Hojitas acomodadas para agitar el viento y
combatir el calor.
Los locales cierran,
las clases se suspenden,
los niños ya no estudian,
Padres preocupados evidencian
la magnitud de las consecuencias
y protegen a sus críos de la superviviencia.
Los padres de familia salen a las calles, marchan
para defender los convencionalismos de género
que nos imponen al crecer.

No hay pase vehicular. Es hora punta.
Lima late como nunca
en silencio, late muy fuerte,
contra la corriente
haciendo señales de humo
 a los poderosos gigantes
al igual que antes, balbuceantes argumentantes
que prometen todo, y no hay 
ningún comprobante.

El mar no se compra con dinero
No se cura con obras 
ni con arreglos temporales del azar.
Improvisar el futuro de este país
 cuesta mucho y dura poco.
Y poco saben los que mandan 
lo que demanda la lucha diaria
de los que con cinco soles reparten su día.
Si Kuczynski viviera esa vida
estoy segura que no lo dejaría,
estoy segura que también se alzaría.
que saldría a las calles a expresar su malestar
o a través de las redes sociales.
¡Ay caramba! esta indiferencia
de ver a nuestra gente con ojos ajenos.
Mientras tú inviertes tu tiempo
corrigiendo a los demás
hay gente que se muere al norte, en Chosica, 
en Chile, Estados Unidos, Siria y más allá.
Familias que lo han perdido todo,
y que responden con una risa vaga
y sin dar la mirada
ante su futuro incierto.
Para hacer explotar más el caos, 
un gringo loco insiste en dividir a la gente 
colocando muros, burlándose de América Latina
que solo atina a huir o rezar.

No sé si sea el fin de los tiempos
o el comienzo nuevo despertar.
Yo quiero pensar que es más lo segundo.

Un cambio a nivel mundial está llamando,
sobrevivirán los corazones que sigan palpitando.
Los que a pesar de dejar de alzar su bandera
no dejen, eso sí, la luz vital que los ilumina
Nunca dejen de resistir. Nunca dejen de existir.
Es cierto, poco han hecho para remediar.

Esta protesta no cualquier orquesta
esta protesta quiere volar, estallar
gritar ante las pantallas, radio, y los celulares
porque tu malestar es mi malestar
porque tu indignación, es mi indignación
porque somos hermanos,
porque somos humanos
contra los monstruos de las calamidades
debemos luchar.

Hasta que aprendamos que somos uno,
que paradójicamente todo está bien
aunque nadie te lo crea,
y que esta vida es una escuela
abierta de aprendizaje constante.
Aquí traigo mi voz andante
que te regala esta canción
esta narración,
esta historia,
que tendrá memoria
porque hablo del mundo de hoy.

Soy el canto del espejo de un mundo roto
y que aunque ya muchas palaras agoto
todavía hay gente en esta tierra
que tiene alma y corazón.



Pájara duerme

Siento que he sufrido suficiente que ya no puedo ir más abajo.  He vuelto a tocar fondo.  Voy de arriba a bajo y no estoy en ningún lado.  S...