sábado, 31 de diciembre de 2016

La estrella que olvidó encender su propia luz (Cuento)


Cada noche, el cielo festejaba el festival de luces que sus seres emitían en el azul de los cielos. En ese mar de esferas, había una estrella muy particular. Era una estrella pequeña, y sus bailarines pies y pintoresca risa delataban su llegada. A ella le encantaba saltar en forma de rayuela en el espacio y aprender  los misterios de la Luna.

Todo era feliz hasta que un día, en lo lejano del espacio, escuchó desde abajo, en la Tierra que las cosas no andaban bien, y quería descubrir lo que pasaba más allá de su mundo. Instantes antes de que amanezca, decidió zambullirse en él, y terminó encerrada dentro de una nebulosa gris. Al ver lo que en la Tierra pasaba, ella extendió sus manos para recoger las peticiones, ruegos, quejas y súplicas que de ese planeta salían, y decidió que regalaría una porción de su luz, que era lo que faltaba en sus vidas.

En lo que iba de su corta vida había pensado que lo que en la Tierra reinaba era una especie de plaga llena de injusticias y maldad que consumía cualquier energía que se le acercara. Era como una orden espiritual impuesta que traía consigo penurias y emociones amargas. En todo ese intercambio luminoso, ella olvidó el momento en que quedó sin su propia luz.

Mientras deambulaba en un eclipse, se cruzó con asteroides, pedazos de rocas milenarias fragmentadas y diminutos planetas en donde no cabía siquiera una pestaña, hasta que se topó con un agujero negro.

El agujero negro le preguntó:

- “Y tu estrella, ¿qué haces acá? En este lugar solo reina la Nada y la oscuridad, y tú no encajas aquí. Tú no has nacido para eso”.

- ¿Entones para qué he nacido?- preguntó la estrella.

El agujero negro echó una larga carcajada. “Tú has nacido para brillar”- dijo y desapareció de su ojos lentamente.

La estrella se quedó pensativa, y por un momento, tomó conciencia de quién era en realidad. De pronto, una gigante, colorida y resplandeciente estrella fugaz apareció. La pequeña estrella, cerró los ojos y pidió con todo su ser un deseo: Encontrar su destino, encontrar su luz.

- Por favor, gran estrella, devuélveme mi luz, devuélveme mi luz. Es lo que más quiero en este mundo, es mi razón de ser. Qué sería de mi vida sin mi luz, sin poder brillar y responderle visiblemente al mundo.

Desconsolada, la estrella empezó a llorar, y empezaron a caer escarchitas de ella. De repente, recordó las palabras del agujero negro: Tú has nacido para brillar”. Entonces, algo en ella se incorporó y detuvo su llanto. Sintió una fuerza, una luz inexplicable que la revitalizó. Sintió confianza y  alegría: había recuperado su propia luz. Por fin recordaba quien era y ahora veía con claridad su rumbo. Ahora llena de seguridad, decide saltar al Universo, escarchar el cielo con su chispeante y bella luz. Esta vez,  no le importaba que su luz sea tan fuerte para quienes la contemplaban.

En las noticias del universo todos hablaban de su reaparición con sorpresa y estupefacto. No entendían el porqué de su curiosa luz, que algunos denominaban, como demasiado potente. Y es que no sabían que debido a los años acumulados sin brillar, su luz se había repotenciado y se había vuelto incomparable. Y es por eso que, tal y como lo había pedido a la gran estrella fugaz, se dice que la estrella se volvió una de las más luminosas del cielo, y que cada noche cuando las almas perdidas de la Tierra estaban apagadas, miraban la estrella y recordaban lo que podrían llegar a ser.

Adiós fantasma mío


Aquí los dos somos responsables.

Siento la distancia tan expandida

que tu mano ni siquiera ha desaparecido,

sino que se ha esfumado

bruscamente de mi lado.

Tus ojos ya no adornan los días de este

árbol de aprendizaje diario.

El día que nos despedimos te vi llorar.

Pero no solo te vi llorar,

te sentí llorar.

Te sentí llorar porque yo también lloraba,

y el cuestionario de decisiones en el tiempo de arena

se iba acabando.

Yo, sin estar del todo o casi nada convencida

de torcer el timón de mi última decisión,

razón por la cual ahora me lamento pero no me arrepiento,

decidí acompañarte hasta dejarnos solos,

y volver al inicio pero esta vez, con desenlace ya manchado.

Le dijiste adiós a Blacky.

Cerré la puerta, olí por última vez las escaleras donde

noches anteriores, era el camino de la travesura amorosa.

Y en la misma esquina maldita, del adiós y la desventura,

nos miramos fijamente a los ojos por última vez.

Nublada de cualquier entendimiento, solo me resigné

a prepararme a lo que venía a continuación:

el adiós definido de un amor indefinido.

El nudo en la garganta

y la misma canción de siempre.

El dolor familiar se empezaba a cuajar en mí.

Permanecí anestesiada por el tiempo apurado

 y por estar excusablemente ocupada

por tanto incendio, y las malas noches.

Y sin embargo, como era de esperarse

en cualquier proceso normal

de desprendimiento sentimental,

la noche traía imprevistamente tu recuerdo.

Las preguntas. Instantes de dudas.

Un lúgubre pensamiento que quería petrificar

 mi avance de fortalecerme contra la nostalgia.

Con suerte, y si había tiempo, acababa con el sudor en el cuerpo

por haberme corrido todo el perímetro del Pentagonito, o cosas así.

El proceso se repitió por varios días y casi dos semanas.

Sin embargo, estos días exonerados de apuro

suspendidos de la espantosa rutina,

me han arrojado al silencio.

A la profunda reflexión de saber hondamente

cómo estoy  y a dónde voy.

Preguntas universales de  existencialistas

que no se cansan en insistir.

Análisis poco conveniente para una pena

aún no adiestrada  y liberada.

La idea de que no cerré bien

el calendario de nuestra historia

me paraliza por un momento.

Quedó el sinsabor de muchas interpretaciones,

 y de huecos adoloridos y aceptados sin luchar.

Quedó el rastro de la sangre desechada que no fue

la mejor ni la peor decisión.

El dolor sirvió para salir adelante.

En tu caso, fue una causa-efecto de

pena y sudor multiplicado por 2.

Me sirve también recordar que no eras la persona

que encajabas en mi cuadro,

ni con mi presencia en salas de plumas muy voladas,

o en la mesa del almuerzo con la familia,

o a la hora de pedir el taxi, o ingresar por nombre

a alguna fiesta y presentarte.

Sirve recordar  que no te veía en mis planes futuros.

¿Y acaso era para tomarnos tan en serio el capítulo?

El amor tuyo pasó tan rápido como el ómnibus

que me deja a un paso del paradero después de llegar corriendo.

Pero la bajada no apareció sino hasta hoy.

Hoy que tu recuerdo es la figura en el fondo de esta noche.

Hoy que tus manos pequeñas se desvanecen con

el humo triste que perfuma mi casa,

hoy que tus ojos

 ya no espían mis espalda.

Te extraño y lo siento al decirlo

aunque me cueste aceptarlo.

Entiendo un poco

el rechazo a cualquier aproximación

que tiente a la memoria de nuestra herida,

que ya ni siquiera es nuestra.

Entiendo eso y tu mirada,

y aunque no entienda nada,

reconozco el peso del juego ciego

que abre las puertas a la repetición de finales infelices

por mi propio comienzo.

Sé que piensas en mí en noches como estas.

Sé que no quieres llegar a la última hoja del libro más tierno que te di.

Quizás lo que busques está en otro planeta.

Quizás lo que busque está en otro planeta.

Somos prójimos de una misma historia,

coincidimos en este aprendizaje.

Las rosas rojas nunca entenderán por qué

tengo tan voluble el corazón,

por qué acepto y dejo pasar lo fácil

cuando sé que irme es lo más difícil.

En noviembre no he recibido rosa alguna

que me enseñe lo que ya sé.

Sin embargo, esta especie de poema sin forma

desempolva las telarañas de un sentimiento antiguo

y a la vez reciente

que hace intentos por asegurar que en mi corazón

no deje entrar otros futuros fantasmas.

Los sábados y hasta los domingos me recordarán que

el camino soy yo

que el amor soy yo.

Que debo tatuarme el amor incondicional propio

muy adentro. Imborrable.

Aunque siempre diga lo mismo...

Pero hasta que un día

ya no se pueda mover.

Y olvidarme de seleccionar inmaduramente

al siguiente ratero sentimental

que me succione la energía del corazón.

Y cada vez que escuche tu nombre, o deba de verte

como aquel personaje secundario

que arregla algún evento

 en el que yo participe,

recordaré a mi amor no correspondido

a tu amor cobarde.

Te miraré como un farol que ilumina perenne

Fuerte. Humana pero constante.

Humana y constante,

con curitas en el alma y serena.

Como un fusil que recopila historias,

y al final de la construcción imaginaria de alguna otra

dispara los amargos recuerdos

que me hicieron entrar en lucidez.

Una luz cautelosa que reserva en silencio

el historial de tu viaje anónimo

hacia mi lado más sensible,

hacia tus anécdotas más coloridas

juguetonas y serias,

hacia tu gasolina de fuego más encendido,

hacia tu vuelta por la vida, la muerte y la vida y la

muerte, ¡y la vida nuevamente!

antes de volver a tu condición de eterno fantasma.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Sobre los sin techo

Esta es una denuncia.

Una denuncia sobre quiénes quieren olvidarse

pero no quieren ser olvidados.



Esto no es una denuncia

Esto no es una condena es

una consecuencia.



Un valor agregado disgregado.

Un témpano de penas abrigado por la cobija de la firme espera

de la decisión a la llegada del amanecer.



Esto es una realidad.

Una de tantas,

una de muchos.

Tu propio sabotaje

Mejor no llamar al pasado, aunque venga sin darte cuenta.

Al final de cuenta, tu dibujas tus propios trazos.



Ese pedacito de todo que queda___ y no es para nadie

es todo para ti,con espinas, con tos, con asfixia… colores

que no se puede describir



Una voz que diluye la esencia , lo que se fija en lo blanco

una masa de cosas que giran,

un amor que se conoce y no se conoce

Las piedras que tiras vuelven al lugar de origen
y juegan a reírse ti.

Pero ya has dejado caer la mochila y sabes

como se siente solo dejarla caer
en silencio

como si miraras algo que de pronto

ya te olvidaste.

Audiopoema "Similitud y diferencia"

Primeros días de ti


Algo en ti sueña y está atento al mundo
dentro de mis ojos,
lugar donde te pierdes
y no puedes salir
a menos que sea conmigo.

De nuevo al juego






Siempre me tomé el juego muy en serio

tanto que me olvidé de mí.

La pasión se quedó en su nave y
el poema es lo que ahora sale a rebotar esplendor
en los lugares más ciegos.

Buscabas un reemplazo y lo conseguiste.
Volviste a caer, te levantaste,
cantaste la misma canción y a llorar lamentándote.

La historia se tendrá que repetir
cuantas veces sea necesario

hasta que aprenda,
hasta que me lleve algo diferente.

En las horas de reflexión,
una nostalgia que consuela y provoca otra vez
La tentación de la trampa, la montaña rusa de vaivenes,
el juego del amor
y el pensamiento reconfortante de recordar que
quien ha probado el vuelo
siempre caminará en la tierra
mirándolo
deseando volver.


Locas palabras

Detrás de las locas palabras, hay verdad. Pues solo quien ha experimentado lo contrario, sabe cuál es el lugar a donde quiere llegar.



Audiopoema "Utopicastrella"

Duna Setre

Yo siempre entendí lo que quería decir

pero no todos lo entendían

de esa forma.

Siempre hablando en otro idioma.

El loco idioma de soñar.



Hay silencios que gritan demasiado fuerTE.
Te guardaré en un cajón con llave
para que no molestes.
El silencio será tu castigo,


decía la señal de advertencia

que tu misma escribiste en su espalda.



Ausencias que callan

que calan el alma

palabras tatuadas que cuestan borrar.



¿Por qué no disfrutar de mi propia compañía?

Yo conmigo, fiel a mí.

Espacio en donde nacen palabras como estas

adheridas a la personalidad de mi locura.

Lo  desesperante de la "nada" es no saber

qué hacer.



Pero cada segundo es una oportunidad para

cambiar el final de cada historia

de La Historia.



Y quiero limpiarme de todo defecto detectado

en la edición de mis pesadillas.

Quiero dejar que la luz ilumine hacia dentro

sin tener que pedir permiso

o malditos consejos y recomendaciones.

Doblar el boleto del micro

haciendo un abanico

sin hacerlo "inconcientemente".

Quiero no derrumbarme antes del regresivo

de la secuencia.

Déjame encontrar
la seguridad de mi pensamiento o
la confianza aterrizada de mi destino.


Vislumbres del péndulo del tiempo

(Escrito hace más de 1 año)

Cuantas veces quisiera abrir mi vida, empezar de nuevo como quien abre una hoja nueva de word. Irremediablemente la globalización arremete con-tra la creatividad como un cuchillo afilado y salvaje. Sinceridad filuda, como andar desnuda en el templo de tu casa.

Hoy no fue un buen día. Debo de haber pasado saliva a la conciencia y estar anonada por el resultado. Perdida en el círculo de ideas arrastradas, aferradas a la focalización del ‘más allá’. Un paradero de larga calle sin nombre donde perdí la memoria. Voltear y desconocer por unos segundos donde esas (¿Dónde estás?) Y aunque hable el corazón valiente y diga “No estás sola, ya sabes cómo hacer cuando te pierdas”… Dolor en mi corazón. Se pinta de nostalgia, extraña los recuerdos, la memoria, lo extraordinariamente grande que era cuando era más pequeña, ¿Cuándo y cómo los poderes se nos deshicieron de las manos sin notarlo? Pero queda un poder, tangible pero no visible. Ardiente pero sin forma. Imán pero muy unipersonal, unitestimonial... La que escribe.

De pronto hace frío, y mis ojos ya no son los mismos. Tu mente ya no es la misma, ni misma la inteligencia, ni el entendimiento. Ahora soy un latido andante fulgorizador de emociones, destello de exclamaciones. Estoy hecha de helio al mundo.

Me meto en todo para avanzar pero me quejo de que el tiempo no alcanza. Luego lo dejo y otra vez... ¿Debería de soportarlo? ¿Sería justo? ¿Es que acaso me he dejado deteriorar por las andanzas muladares de la vida pasada? ¿Es que acaso, mi mente se ha programado para un final distraído e indeseado? Ahora lo sé. No solo pregunto ¿por qué? sino ¿para qué? Y me ando descubriendo frecuentemente, reconociendo quién soy.

Un eco silencioso que sólo yo se descifrar. Y me doy cuenta que escribo sobre todo y sobre siempre cuando hay tristeza en mi alma, cuando no quiero mirar nada, cuando el sol se va y me queda la angustia como nudo en la garganta como si tuviera que hacer cola para demostrar lo que aprendí muy bien pero que olvidé: remembranzas de victorias, jolgorio aún no devuelto de una fiesta real, con gente real.

Y por azar del deseo, el destino me ha dado duro en el epicentro, donde se había guardado el origen de la risueña saliente, esa que sigue. La cabeza agujereada que comenzó con… La indecisión de volverme canción, un cuento que se fue alejando y tornándose otro cuento: Mi cuento, el que era contado por ‘otra’. Los caminos olvidaron ese silbido del ropavejero en ese examen. Destellos de momentos cumbres que no quiero juzgar, que no voy a olvidar. Espereza, Esperanza…

Solo puedo comunicarme de esta manera, claramente, de esta manera. Tan sobria, tan sola, tan lejana…A decir lo que nadie entenderá. Para nada.

Pájara duerme

Siento que he sufrido suficiente que ya no puedo ir más abajo.  He vuelto a tocar fondo.  Voy de arriba a bajo y no estoy en ningún lado.  S...