Llegué al mundo como una cometa amarilla
que adorna al cielo gris limeño.
A los cuatro años me pusieron un short en la cabeza
para que pareciera un gorro, siendo la risa de todos
los asistentes en una actuación navideña de mi nido.
De niña solía inventar canciones en el techo de mi casa,
pensando que el lugar en donde respiraba no era suficiente para mí,
pues no me sentía de ningún lado.
Me hice la pichi en el coliseo de mi colegio.
Abrí las puertas de la música y las letras.
Descubrí la necesidad de decir lo que sentía
a través de la poesía
Participé agitadamente sosteniendo las banderas negras
de la anarquía y el punk.
Me tomaba tragos suicidas para evitar sentir lo que sentía,
o seguir la corriente de la contracorriente.
“Me invitaron a retirarme” de un colegio religioso para continuar
mi violenta adolescencia a lado de barristas y drogos.
He visto la locura a través de mis ojos y me asusté.
Aprendí a pelear, a afilar los puños.
Y me achoré con el mundo.
Siempre a un costado de la línea,
de vez en cuando hacía brillar mi luz.
Un día descubrí que la visión de mi mundo tenía 360 grados
Y limpie mi mente, y coloque colores en él.
Me autosuperé, me desintoxique y me autocuré
con todo lo imaginable, a mi corta edad,
de esos oscuros años que quedaron marcados.
Ahora soy la voz del Universo del lindo estrellar,
Estrella que guía a otras personas a perseguir sus sueños
y lograr su objetivos.
Como quien viene del último peldaño del infierno
y resucita iluminada siendo una estrella que baila.
Mágica viajera del cosmos.
Ahora agradezco al cielo por este camino.
Ahora soy la de la poesía accesible a los corazones
que la quieran escuchar.
Ahora es-la-poesía-mi protesta- urgente del alma.
Ahora mi revolución es el amor.
Porque no hay mejor aprendizaje que
haber muerto varias veces
y aún así confiar en la vida.
porque ir hacia lo desconocido es aprender
y aprender es querer seguir viviendo.
